Las hojas secas del otoño, eso fue todo lo que vi. Me contaron que había niños, flores, pájaros, que el sol iluminaba y brillaba más fuerte que nunca y que el viento acariciaba con suavidad. Pero eso yo no lo sentí.
Sólo observé aquellas hojas desteñidas por el tiempo. Encontré allí mil historias y ningún beso. Me acordé del ayer, de vos. ¡Ay! Siempre me alegraba verte reír. Pero ahora ya no te veo más, no te toco más, no te escucho más. Quedan sólo algunas hojas amarillas que el invierno se llevará para siempre y un par de palabras que se ahogan en silencios.
Y a lo lejos, mientras tanto, el eco de tu adiós.
Adiós.
Adiós.