Atrapada

Se hizo de noche y ninguno de los dos se dio cuenta. Veo alejarse la luz del atardecer. Me acuerdo de vos y de todo lo que ahora cambió.

Mientras las voces llenan espacios vacíos y el eco encierra más a lo cautivo, todos nos hacemos preguntas y atrapamos casualidades. 

Es que en esta vida solo hay un enemigo y yo no pude vencerlo. 

La confusión se mezcla con la nostalgia mientras tu luz enciende otros cuadros. Por acá, todavía, es de noche y las horas nos atrapan con miles de reproches.

Fichas perdidas

Vi lo que no quería ver. Asumí, casi de un golpe y sin otra opción, que ya era tarde para lamentos. Me resigné a seguir dejando que el aire se me escapara sin nada que decir. Ya sin nada por hacer.
No hay valientes, culpables ni villanos, solo cobardes que rechazaron mil verdades por el camino menos grave: el de lo más confortable.
Mientras tanto me conformo con ideas poco serias. Sueño con que, sin darme cuenta, un día ya no habrá más penas que encadenan.

¿No ves que te estoy llamando?

Me gusta creer que un día te vas a dar cuenta. En mi cabeza se repite esa escena, que parece eterna y sin esperas. Pero mientras el sol sigue saliendo cada día, son otras las palabras que te hacer olvidarme.
Aunque no somos buenos para esto, hay mil realidades que no se pueden negar y hay situaciones destinadas a la verdad.

Ni buenos ni malos

No podemos seguir construyendo culpables sin asumir el error culminante. ¿Por qué nos empeñamos en buscar respuestas si ya no hay más vueltas?
A veces el mejor consuelo al desamor es, simplemente, aprender a decir adiós.