Me aturde el ruido del viento, la gota de agua que cae de la canilla, el patrullero que recorre las calles de este barrio demencial y el sonido del murmullo constante de toda la ciudad.
En el medio del barullo, del desconsuelo y el dolor, te escucho. Tu voz empieza a sonar clara, fuerte y segura. Se refleja en cada esquina del lugar y atormenta mi soledad. Dice lo que jamás quise oír y reclama lo que siempre pudimos asentir.
Otro desatino en el medio del destino. Otro desencuentro en el medio del encuentro.
La determinación del que corre y no quiere parar. La decisión de no poder regresar.
El deseo de la prioridad que no calma ni da seguridad. Llora, sólo llora, en medio de la oscuridad.