Y ahora.... el silencio

¿Conoces el miedo? ¿Sentiste, alguna vez, el frío de la ausencia?

Yo lo descubrí una vez, justo el día que su voz desapareció. 

Fue un acto traumático. 

Luego del incesante esfuerzo que hice para no recordar, desistí en la batalla y decidí atesorar esas palabras. Las cuidaba y las sacaba solo cuando aparecía la luna.

Era un trabajo cansador, triste y, a veces, desolador. Sin embargo insistía en no dejar morir aquello que alguna vez me hizo feliz.

Pero el rumbo a veces cambia. 

Una noche sin estrellas entendí que ya no quedaba nada. El viento me había jugado una mala pasada. 

Ya no podía recordar su voz.