23.11.15
LA PREGUNTA
¿Cómo sabemos cuándo es el momento de decir adiós?
Yo afirmo y soy total defensora de la frase que aquí en mi blog se repite en cada rincón: Hay que decir adiós y volver a empezar.
No, no es solo soltar. Es aprender a rehacer nuestras vidas después de una ausencia, después de no coincidir. Es volver a acostumbrarnos a la vida sin una pieza del rompecabezas. A diferencia del juego, en la vida las fichas se amoldan, se acomodan, encajan.
El problema es saber cuándo realmente es momento de volver a mezclar.
Es que, ¿realmente queremos saberlo? ¿De verdad queremos admitir que alguien nos falló, nos mintió? ¿Qué alguien simplemente no cumple con nuestras expectativas? ¿Qué alguien que nos hizo tan felices de pronto solo nos hace triste? ¿Qué tal vez no es el momento ni el lugar?
No puedo decirlo. No puedo saberlo. O mejor dicho, no quiero.
Es que a veces es muy pronto para decir adiós.
Nunca volvemos a ser los mismos después del paso de alguien por nuestras vidas.
Algo me dejaste. Algo me va a hacer pensar en vos esas noches solitarias, ajenas, casi inexistentes.
Yo afirmo y soy total defensora de la frase que aquí en mi blog se repite en cada rincón: Hay que decir adiós y volver a empezar.
No, no es solo soltar. Es aprender a rehacer nuestras vidas después de una ausencia, después de no coincidir. Es volver a acostumbrarnos a la vida sin una pieza del rompecabezas. A diferencia del juego, en la vida las fichas se amoldan, se acomodan, encajan.
El problema es saber cuándo realmente es momento de volver a mezclar.
Es que, ¿realmente queremos saberlo? ¿De verdad queremos admitir que alguien nos falló, nos mintió? ¿Qué alguien simplemente no cumple con nuestras expectativas? ¿Qué alguien que nos hizo tan felices de pronto solo nos hace triste? ¿Qué tal vez no es el momento ni el lugar?
No puedo decirlo. No puedo saberlo. O mejor dicho, no quiero.
Es que a veces es muy pronto para decir adiós.
Nunca volvemos a ser los mismos después del paso de alguien por nuestras vidas.
Algo me dejaste. Algo me va a hacer pensar en vos esas noches solitarias, ajenas, casi inexistentes.
UNIENDO PIEZAS
No sé si te pasó alguna vez, seguro que sí. Estás re bien, en el mejor momento. Nada puede hacerte sentir mal, nada te afecta tu buen humor. Las cosas salen bien y tenés todo lo que querés. Pero un día, así como un hechizo que se rompe, todo se cae a pedazos. Lo que te hacía bien hoy te está consumiendo la cabeza, el alma o el corazón.
¿Qué pasa cuándo sentís que de un día para el otro alguien cambió? ¿Es una sensación persecutoria o es realmente posible que un ser deje de sentir lo que sentía en una semana?
No sé de qué estamos hablando exactamente, pero a veces siento que no hablo de nada. A veces, el tiempo y las palabras se convierten en susurros, en recuerdos.
Es que... ¿te acordás cuando me querías?
Yo lo pienso todo el tiempo. Sigo tratando de unir las piezas para entender en qué momento todo cambió. ¿Qué hice? ¿Qué hiciste?
Todavía no me acostumbré a vos que ya tengo que empezar a decirte adiós.
Mejor no pensemos más.
Mejor no hablemos más.
¿Qué pasa cuándo sentís que de un día para el otro alguien cambió? ¿Es una sensación persecutoria o es realmente posible que un ser deje de sentir lo que sentía en una semana?
No sé de qué estamos hablando exactamente, pero a veces siento que no hablo de nada. A veces, el tiempo y las palabras se convierten en susurros, en recuerdos.
Es que... ¿te acordás cuando me querías?
Yo lo pienso todo el tiempo. Sigo tratando de unir las piezas para entender en qué momento todo cambió. ¿Qué hice? ¿Qué hiciste?
Todavía no me acostumbré a vos que ya tengo que empezar a decirte adiós.
Mejor no pensemos más.
Mejor no hablemos más.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)