Vi lo que no quería ver. Asumí, casi de un golpe y sin otra opción, que ya era tarde para lamentos. Me resigné a seguir dejando que el aire se me escapara sin nada que decir. Ya sin nada por hacer.
No hay valientes, culpables ni villanos, solo cobardes que rechazaron mil verdades por el camino menos grave: el de lo más confortable.
Mientras tanto me conformo con ideas poco serias. Sueño con que, sin darme cuenta, un día ya no habrá más penas que encadenan.
No hay valientes, culpables ni villanos, solo cobardes que rechazaron mil verdades por el camino menos grave: el de lo más confortable.
Mientras tanto me conformo con ideas poco serias. Sueño con que, sin darme cuenta, un día ya no habrá más penas que encadenan.