Un puñado de polvo mágico para volar, una cajita llena pequeños destellos de felicidad, una ventana que ilumina toda la oscuridad, miles de sonrisas escondidas en todos los rincones.
No hay, entonces, ninguna razón para creer menos ni ilusiones fugitivas que se ahogen en medio de un mar de lágrimas. Solo los elementos que construyen el tan añorado sentimiento del bien estar y disuelven cualquier malestar digno de olvidar.
Y vuelven a aparecer.
Infinitas y eternas carcajadas desde el fondo del dormitorio que retumban en cada parte del corazón, hermosas canciones que traen el recuerdo del resplandor de un presente maravilloso e interminables gotitas de amor.
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