No hay nada más agotador que seguir con la incesante batalla de discutir contra nuestros pensamientos.
Siempre presentes, nos ganan, nos destruyen. Cómo ganarle a la voz interior?
Aquella voz que todas las noches nos grita sin parar.
¿Por qué lo hiciste?
¡Lo arruinaste!
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?