La maldita manía de abrir los ojos cuando la ciudad duerme. La revelación de los sueños se convierten en deseos que no quiero y pesadillas que hacen temblar. El peor enemigo se asimila a lo que más nos gusta. Queremos lo que nos hace mal, mientras el mundo nos envuelve en nubes de cristal.
Yo me pregunté dónde estás, pero jamás apareciste. Yo te dije quiero verte y nunca respondiste.
No es el amor la fuerza que mueve la magia de tus pensamientos. Es el ritmo de la respiración, de tus pasos al decir adiós.
Nada más bello que la silueta tuya cuando no estas. Las marcas de tu cuerpo talladas en el aire, que dejan un brillo detrás, un camino sin trazar.
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